Ninguna confianza en la socialdemocracia y el reformismo

Ninguna confianza en la socialdemocracia y el reformismo

Existe el riesgo para las masas de confiar en partidos y organizaciones que son parte integrante del sistema de explotación imperante. Aunque no lo parezcan a ojos de muchos.

En los tiempos difíciles que corren, de crisis cada vez más pronunciada y en medio de recortes y asaltos a las condiciones de vida y de trabajo de las amplias masas trabajadoras (incluyendo la progresiva supresión de ciertos derechos democráticos con vistas al empobrecimiento de las capas populares y la represión que para ello será necesaria); en estos tiempos, decimos, existe el riesgo para las masas de confiar en partidos y organizaciones que son parte integrante del sistema de explotación imperante. Aunque no lo parezcan a ojos de muchos.

Efectivamente, partidos como el PSOE que hasta hace dos días gobernaba este atrasado Estado español, aplicando sin ningún problema el recetario del imperialismo consistente en recortar prestaciones, “reformar” (como dicen) el llamado mercado de trabajo, rescatar bancos y cajas cuya gestión en gran medida estaba en sus mismas manos, subir la luz porque hay un falso “déficit de tarifa”, rechazar medidas como la dación en pago… mientras eludía tomar cualquier medida a favor de los trabajadores y las clases populares. A estos, se les aplican las mismas medidas esté en el gobierno uno u otro: subidas de precios, restricción de plazas en la educación pública, recortes en sanidad, desahucios.

Esto se debe a que los “grandes partidos” no son más que facciones cada vez menos diferentes de la misma clase social. Ángel Acebes es consejero de Iberdrola igual que Elena Salgado lo es de Abertis. Y es que casi ninguno de ellos procede de extractos humildes, obreros. Son gente que sencillamente no tiene nada que ver con el pueblo en general. Por eso algunos hablan de “casta”.

Sin embargo, el PSOE practica la demagogia más descarada, sobre todo desde la oposición. Utiliza para ello la idea profundamente enclavada en la mente de muchas personas de buena voluntad, trabajadores fundamentalmente, según la cual sería un partido “socialista” y “obrero” como dicen sus siglas históricas. Ellos prefieren decir “progresista”, para ponerse a la altura de todo un Clinton o un Obama. O un Blair.

Lo que suele hacer el PSOE es, por lo tanto, lanzar mensajes demagógicos, populistas, a través de los medios (su principal forma de hacer política) con cualquier motivo. En forma de declaraciones, ruedas de prensa y videos polémicos. Pero, más importante que todo esto: trata de infiltrarse en el movimiento popular, hace agitación mediante agentes interpuestos (la UGT principalmente, y una diversidad de ONG y asociaciones de su órbita) “contra la guerra” (pero sólo la que promueva la facción contraria, el PP), “contra los recortes” (los que haga el PP), etc.

El caso es que esto último suele conseguirlo con gran facilidad y sin casi oposición.

Consigue así presentarse como una alternativa viable, y sobre todo “progresista”, a los gobiernos del PP. En el ánimo de amplias masas aparece por lo tanto como una opción no ya respetable o incluso deseable, sino la única.

Por su parte, el reformismo representado por IU (o el PCE), como podemos ver, no hace más que de tercera pata o bastón de esta “socialdemocracia” mentirosa. Lejos de actuar de forma independiente y firme, arde en deseos de lanzarse en auxilio del PSOE, como en Andalucía mediante un referéndum falseado y en Asturias directamente mediante un pacto cupular; y cuando excepcionalmente una parte de esta organización (Extremadura) actúa consecuentemente y no apoya al PSOE, es amenazada, amonestada, insultada diciendo que “apoya al PP” y ninguneada (de momento). En última instancia serán expulsados cuando la dirección central considere que puede hacerlo con cierta seguridad.

Así es como el voto que honestamente pretende ser de izquierda real, alternativo y transformador, incluso “revolucionario”, es despilfarrado por la dirigencia de IU (que lo es del PCE), acostumbrada sólo a la marrullería y a los pactos en los pasillos. Costumbre ésta que es la que explica las numerosas escisiones y expulsiones que se producen en esta organización, y también los frecuentes pasos al PSOE de numerosas figuras.

En Euskal Herria hemos podido ver algo de esto en el Gobierno Vasco. La EB de Javier Madrazo entró en el Gobierno Vasco del PNV-EA. ¿Cambió algo? ¿Se hizo algo? Claro, algo se hace siempre. ¿Pero cuál es el balance? Pues el balance actual es que la pelea interna ha llevado a la formación de una Ezker Anitza (al PCE no le importa romper lo que sea con tal de mantener sus posiciones) y la EB de Madrazo, sin que ninguna de las dos represente ninguna ruptura con el sistema, con el capitalismo, ni aglutine a todo un sector de la clase obrera o de las capas populares en la lucha por el socialismo ni cosa que lo valga.

Sin embargo, los tiempos son duros, como decíamos, y lo serán mucho más.

Cada día que pasa van quedando más atrás los “tiempos felices” donde educadamente la “democracia” se pensaría si darnos algún derecho. Por el contrario, caminamos cada vez más rápido por la senda de la fascistización. Poco falta para que, en virtud de las “exigencias” de los “mercados” y la UE, con objeto de “pagar la deuda” y demás, vivamos en una dictadura indisimulada tal como la definiera el camarada Jorge Dimitrov: la “dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero.”

Todo manifestante o activista es considerado “terrorista” en potencia. Ya están tomando medidas para reprimir salvajemente a los huelguistas, a los “manifestantes pacíficos” que tanto les gustan cuando son libios o sirios… y están armados, pero no cuando operan en el Estado español, de ninguna manera piensan reformar el sistema político en un sentido más democrático, y poco a poco van deslizando, mediante la prensa y por los foros, ideas xenófobas, fascistas y nazis.

En tal situación, no se debe confiar lo más mínimo, no ya en la burguesía y sus partidos como el PP, sus medios, etc., sino en la “socialdemocracia” y el reformismo, en el PSOE y en IU.

No es posible confiar en ellos porque mienten, engañan y desvían a los trabajadores, jóvenes estudiantes y otras capas populares dejándolos prácticamente a merced del PP y, peor aún, posiblemente de organizaciones fascistas que utilizan el caldo de cultivo del descontento precisamente entre trabajadores humildes, en barrios populares, difundiendo su demagogia nacionalista. Ni el PSOE ni IU, pese a la buena voluntad que sin duda anima a muchos de sus militantes, combaten de forma eficaz a la derecha, al capitalismo y al fascismo. Al contrario, propagan ilusiones falsas que eventualmente nos costarán caras.

Estemos pues, advertidos de ello, no nos dejemos engañar y contribuyamos a:

- Construir la unidad obrera a través de organizaciones unitarias, combativas y de clase

- Conformar un Frente Obrero y Popular por el Socialismo en el sentido de unir a todas las clases y capas populares en la senda del derrocamiento del sistema capitalista.

- Organizar y sostener una alternativa real, en la línea del Partido Comunista marxista-leninista que necesitamos, imprescindible para, mediante la revolución socialista y el poder obrero (la dictadura del proletariado) alcanzar una sociedad comunista sin ningún tipo de opresión.

EKB

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