Nuevo gobierno, mismo sistema

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Después de 4 largos años de elecciones, pactos, debates, reflexiones y politiqueo, por fin se consolida un gobierno en España. Un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Ante esta situación, se nos abre un interrogante a los y las trabajadoras de este país. ¿Será éste un gobierno social y ´de cambio´ como nos lo plantean? ¿Será un gobierno que vele por los intereses de la clase obrera y que mejore su calidad de vida?

Los comunistas sabemos que por mucho que se parchee superficialmente el sistema, éste problema sigue ahí. El capitalismo no cambia por maquillarlo de la noche a la mañana, si no se lo corta de raíz, por mucho que se les llene la boca con la palabra “cambio”, el problema estructural que amenaza y oprime sistemáticamente al pueblo trabajador, sigue presente.

Los comunistas sabemos que un parlamento burgués no defiende ni podrá defender jamás los intereses de la clase obrera, ya que son instrumentos al servicio del capital para aplacar cualquier atisbo de cambio por parte de la clase obrera. Por mucho que se disfrace la política de “democrática”, de “social” o de “cambio”, el parlamentarismo y la democracia burguesas no son sino aparatos defensores del orden capitalista.

No ha sido difícil palpar el ambiente que se respiraba en la calle con respecto a la política nacional antes de la formación del nuevo gobierno (e incluso ahora). Tras 4 elecciones generales en 4 años y tras 2 elecciones generales en menos de 1 año, Se ha respirado entre las clases populares un aire de desconfianza hacia la política española, de cansancio, de hastío y de enfado hacia el mismo, pues no ven representados sus intereses en las cortes. Salta a la vista que el parlamentarismo burgués no representa para nada los intereses de la clase trabajadora, salta la vista que ésta no se siente representada ni en el congreso de los diputados ni en el senado, prueba de ello es el descontento popular y la falta de fe en dicho sistema.

Por un lado, la participación decrece debido al desánimo, el cansancio y el enfado, propiciados por la incompetencia de la clase política de resolver los problemas reales de la gente. En las últimas elecciones, votaron menos del 70% del censo, esto es, dos millones menos de votantes que en abril. Con el 45% de los españoles creyendo que los políticos son parte del problema, la sociedad española se sume en el peor estado de ánimo desde la transición según el diario “el país”.

Por otro lado, mientras que la clase obrera estaba (y está) inquieta por asuntos transcendentales como la economía, la nueva crisis que se avecina o el aumento significante

del paro, el panorama político previo a las elecciones era un circo cuyo fin era desviar las atenciones del pueblo con temáticas, campañas y asuntos con fines puramente electoralistas: La violencia en Cataluña, la retirada de Franco del valle de los caídos… Lejos de abordar las dificultades que preocupan a la sociedad, se volcaban por completo en campañas con el único fin de ganar votos, audiencia, adeptos.

El parlamento burgués y democrático no es sino un circo donde se pugna por intereses personales y partidarios y donde no se solucionan problemas reales ni se defienden los intereses del pueblo. Prueba de que el sistema actual es sumamente deficiente y no sirve para solventar problemas reales, es que se han repetido demasiadas elecciones en poco tiempo. 4 elecciones generales en 4 años y 2 elecciones generales en menos de un año. La inestabilidad política y la ingobernabilidad en España se ha alargado desde 2015 hasta 2020. Lo cual se contradice con lo que nos venden los medios burgueses sobre lo que es el sistema parlamentario; alegando que éste es el sistema más perfecto de representación social y que permite representar de manera fiel a los ciudadanos. ¿Desde cuándo un sistema que permite sumir a un país en una inestabilidad política de 5 años es “perfecto” y/o representa a la ciudadanía?

Si bien es cierto que España ha visto en los últimos años el paso de un clarísimo bipartidismo a un (recién nacido) sistema multipartidista, esto, lejos de reflejar madurez política, madurez democrática y libertad, no es más que un fiel reflejo delo inútil que es el parlamentarismo burgués. Prueba de ello son las eternas pugnas partidarias que se dan en el seno del congreso y que impiden llegar a acuerdos (supuestamente) enfocados al bien colectivo y al bien de la ciudadanía. Los eternos rifirrafes entre partidos políticos, que más que a los españoles y sus intereses, representan intereses personalistas y proselitistas, lejos de beneficiar al pueblo español, lo perjudican, usando el parlamentarismo burgués como lo que de verdad es: un circo de pláticas vacuas y pactos interesados al servicio de la clase burguesa y del sistema económico imperante. Lejos de buscar el bien común, el bien para la sociedad en su conjunto, van a la zaga de votos, de escaños, de poder, de pactos, de intereses. ¿Cómo sino se entiende, que se haya tardado inútilmente meses en formar gobierno y luego, con el agua al cuello, Unidas Podemos y PSOE aceptasen finalmente formar gobierno en cuestión de horas?

Lo que es una novedad en la historia de la política Española, es que pase a gobernar un partido que no sea ni el PP ni el PSOE. Unidas Podemos, con sus inconfundibles etiquetas de “cambio”, “progreso”, “social” y “antisistema” entra al gobierno, pero lo cierto es que, por muchas etiquetas que se ponga, no es mas que un producto del régimen y al servicio de éste. Mientras que Unidas Podemos existía en el congreso como un partido “de oposición”, “de la gente” y “antisistema”, no ha hecho falta más que la entrada en el gobierno para camuflarse como el más fiel seguidor de la constitución, de los valores democráticos y del Rey. Las apelaciones a Felipe VI como “el ciudadano Felipe”, el republicanismo exacerbado y las consignas antisistema han dado paso a reconocimientos públicos hacia la constitución, el rey y el sistema democrático español. ¿Cómo un partido aparentemente “del cambio” y “del pueblo” puede llegar a camuflarse tan rápida y descaradamente en el régimen? ¿Cómo un partido

“anticapitalista” y “republicano” puede, en cuanto huelen el poder, cambiar el discurso político de “la España de trabajo” por el del sistema?. En definitiva, por muy “revolucionaria” que se vista la socialdemocracia española, no son más que un producto del sistema que, en el momento decisivo, no dudará (y no lo ha hecho) en ponerse bajo el paraguas del sistema, del sistema burgués del que bebe y al que defiende de una manera “más social”. Contrariamente a la socialdemocracia, sólo un partido de los trabajadores y al servicio de la clase obrera puede ser la vanguardia del progreso y de los intereses de las masas

Así pues, se concluye que el parlamentarismo burgués es un esperpento. No es más que un instrumento en manos del poder político imperante que vela por los intereses de las élites, de las multinacionales, del dinero y de los magnates y que no contempla ni defenderá nunca a los intereses de la mayoría social: de los y las trabajadoras. Sólo un gobierno, un estado y un poder de los trabajadores puede y podrá representar sus intereses objetivos y avanzar hacia una sociedad más justa en pos del beneficio colectivo

Por ello, y ante el circo de la política burguesa, es nuestro deber, el deber de los comunistas, de los y las trabajadores y de la clase obrera en general, organizarnos políticamente para defender en cada calle, en cada fabrica, en cada instituto y en cada equina, los intereses de nuestra clase, nuestros intereses objetivos. Por un aumento REAL de las condiciones de vida de la clase obrera, por una política de clase y contra el politiqueo infantiloide de las élites: Organicémonos. Frente a sus interés partidarios y económicos, plantemos la bandera de los intereses dl pueblo: ¡Primero la clase obrera!

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