Algunas tesis sobre la paz, el Ejército popular y ETA

Algunas tesis sobre la paz, el Ejército popular y ETA

Comentarios sobre la paz, el Ejército popular y ETA.

En este artículo vamos a exponer algunas tesis sobre las cuestiones apuntadas con base en la teoría marxista-leninista al respecto, dada la importancia que concedemos al análisis fundamentado de dichas cuestiones. Este problema ha sido objeto de atención por parte de todos los grandes teóricos del marxismo-leninismo, desde Marx y Engels hasta Mao pasando por Stalin. Así pues, es imposible soslayarlo.

Ante la declaración de cese definitivo de la actividad armada por parte de la organización ETA, podemos constatar diversas actitudes.

Evidentemente las fuerzas del Estado y demás adláteres, los “demócratas” de toda la vida y franquistas solapados, no han tardado en insistir en su victoria.

La izquierda abertzale y sectores afines tratan de llevar el fin de la actividad armada de ETA de modo que no resulte en un reconocimiento de una derrota histórica, y hacen hincapié en el nuevo tiempo, en el que esperan “acumular fuerzas”.

Asimismo nadie ha perdido la oportunidad de explicar su posición ante ello.

Pero consideramos necesario exponer, aun en forma de tesis, algunas cosas que no deben perderse de vista si queremos extraer algún aprendizaje histórico sobre todo lo sucedido.

1.- La cuestión de la violencia, la lucha armada, la guerra en general, no puede ser analizada de forma abstracta y puramente moral. La existencia de la violencia, del enfrentamiento armado, el terrorismo y la guerra, tiene causas objetivas además de la voluntad de quienes las realizan.

El trasfondo de toda violencia y lucha en la sociedad no es otro que la división de la sociedad en clases.

El “pacifismo” en el contexto actual es, pues, ilusorio, de igual modo que es ilusorio confiar en que se alcanzará la justicia y la plena democracia en el capitalismo donde una clase detenta la propiedad de los medios de producción mientras la inmensa mayoría del pueblo debe trabajar para sobrevivir, o languidecer en el paro y caer en la pobreza.

El hecho de que cese la actividad armada de ETA no trae de por sí “la Paz”, como se pretende. Trae, en todo caso, el final de la utilización de una táctica concreta, la del terrorismo individual, practicada por esta organización durante largo tiempo con el respaldo de una parte no despreciable del pueblo, y que venía decayendo por su ineficacia y por la represión en los últimos años.

En este sentido, no puede haber paz completa para el pueblo mientras no haya socialismo y mientras el carácter del Estado siga siendo burgués.

Por tanto no hay paz ni en España, ni en Euskal Herria ni con amnistia, ni con autodeterminación, ni con independencia, ni con república.

Ni siquiera una república socialista trae la paz, pues la experiencia socialista nos advierte que los elementos burgueses siguen luchando en los frentes que les es posible y con apoyo del imperialismo para debilitar la dictadura del proletariado y el socialismo.

La guerra comienza con las clases sociales y solo acabará cuando desaparezcan las clases sociales; en este sentido la única manera de ser pacifista es trabajar por la desaparición de las clases sociales: no se puede ser pacifista sin ser comunista.

2.- Para conquistar la paz los trabajadores deben vencer al Estado burgués; pero esto es imposible sin que el pueblo se organice, en último término, en forma de Ejército.

No renunciamos a la guerra revolucionaria porque el Estado burgués llegado un punto se defenderá por todos los medios incluido el fascismo y la guerra y será imposible superar este estadio si el pueblo no está organizado en armas.

Por muy lejana que parezca ahora esta perspectiva y por mucho que señalarla nos haga parecer “militaristas”, es preciso deshacerse de ilusiones al respecto; y de la misma manera que se deben combatir y desechar las posiciones ultraizquierdistas que llaman al terrorismo o sitúan los planteamientos militares como actuales y presentes en lugar de como eventualmente posibles, se deben combatir y desechar posiciones derechistas, pacifistas y anticientíficas, según las cuales, y tal y como dicen también los que controlan el Estado, “todo es posible en democracia y pacíficamente”.

Porque hay momentos en la Historia en que no, no todo es posible de esa manera, incluso aunque lo demande la mayoría.

Hay que hacer constar sin embargo que esto no equivale a un llamamiento “a las armas”. Como queda expuesto, dejamos el “izquierdismo” para los “izquierdistas”, los “encapuchados”, campo abonado de la provocación y siempre fácilmente aplastados por la represión llegado el caso de que se les vaya de las manos.

3.- La guerra revolucionaria, cuando deba darse, deberá realizarse por un Ejército formado y apoyado por amplias masas.

La guerra revolucionaria no es terrorismo individual, debe haber una ligazón entre las masas populares y el Ejército, y las masas de trabajadores deben poder comprender y apoyar las acciones militares contra el enemigo de clase, por tanto si no hay capacidad para justificar (y no digamos ya llevar a cabo) las acciones armadas, éstas no deben ni plantearse.

Hoy el nivel de conciencia abrumadoramente mayoritario de las masas de trabajadores está lejos de comprender las cuestiones relativas a la necesidad de la guerra revolucionaria y el Ejército popular, ni siquiera de comprender la necesidad inmediata de organizarse en el trabajo y el barrio para defenderse de los ataques que están afectando directamente a sus condiciones de trabajo y vida; la cual es una fase muy anterior, previa y necesaria de forma imprescindible.

4.- Plantear actualmente la necesidad o legitimidad del Ejército popular dado el nivel de conciencia de las masas sería «ir varios pasos por delante de éstas» y por lo tanto renunciar a ser vanguardia y a desligarnos de las amplias masas obreras.

Cualquier salto por encima de estas condiciones objetivas está abocado al fracaso y la derrota, además de constituir una base perfecta para la provocación.

5.- La guerra revolucionaria del pueblo no podrá triunfar y construir la democracia obrera y el socialismo sin que el Ejército popular tenga por Estado Mayor al Partido Comunista marxista-leninista.

La posibilidad de vencer depende de las condiciones materiales (militares, políticas, económicas, naturales). Es necesario un análisis certero de estas condiciones: este análisis y su acción victoriosa son imposibles fuera del marxismo-leninismo.

Hoy no existe ni en España ni en Euskal Herria el Partido Comunista capaz de dirigir victorioso al Ejército de la clase obrera en esta revolución.

6.- El militarismo es un error grave: puede llevar a la desvinculación de las masas y a la pérdida de muchos cuadros de manera directa con la represión del estado y de manera indirecta con centrar un excesivo trabajo en el frente antirrepresivo, descuidando los frentes que afectan directamente a la clase obrera como la lucha por mejorar sus condiciones de trabajo y de vida.

En efecto, responsabilidades por el terrorismo han enviado a buena parte de la juventud combativa a la cárcel y otros potencialmente militantes centran todas sus energías en el movimiento antirrepresivo.

7.- Existe una realidad nacional compleja en Euskal Herria: amplias masas de trabajadores vascos de origen emigrante han sido absolutamente ajenas al movimiento en torno al MLNV y la existencia de ETA era un elemento usado para dividir al pueblo trabajador vasco en torno a la cuestión nacional, en tanto que otra parte de las masas de trabajadores y de la juventud combativa no podía sino adquirir igualmente prejuicios contra los mencionados “españoles”.

Conclusiones:

No vamos a entrar a debatir el cuándo ETA pasa de ser un Ejército popular u organización de resistencia, a ser una organización que practica el terrorismo individual desembocando finalmente en la derrota, es un proceso gradual en que han influido multitud de factores (las traiciones de la izquierda estatal en la transición, la progresiva incapacidad para justificar sus acciones armadas ante el pueblo trabajador vasco, especialmente entre el de origen inmigrante, la represión conjunta del Estado español y frances…); en cualquier caso, y pese a que pudo tener algunos dirigentes comunistas durante el tardo-franquismo y la transición, nunca fue dirigida por el Partido Comunista (fracasando varios intentos de formarlo) y por tanto su estrategia siempre ha estado abocada al fracaso en su objetivo de construir el Estado socialista vasco.

Antes de poder organizar el Ejército popular los comunistas debemos organizar el Partido.

Antes de poder organizar el Ejército popular los comunistas debemos centrar nuestro quehacer en un trabajo incesante para organizar a la clase obrera por la defensa inmediata de sus condiciones de trabajo y vida, en un plano que sin ningún problema podemos llamar meramente “economicista-sindical” y a través de esa experiencia hacer comprender la lucha general por la revolución y el socialismo.

Antes de estas condiciones consideramos un error izquierdista y militarista platearse la lucha armada, ya que solo podrá darse en forma de terrorismo individual, llevará a la desvinculación de las masas y finalmente a la derrota.

Estos son los hechos y las realidades que nos han traido hasta el punto actual; y de ellos se deducen los deberes, las tareas, que debemos afrontar todos los jóvenes, trabajadores y estudiantes, en el presente y de cara al futuro: centrar todos los esfuerzos en la formación de cuadros comunistas, de la organización marxista-leninista (el Partido), y la defensa práctica de las condiciones de vida y de trabajo, los derechos, de la clase obrera, del conjunto del pueblo trabajador vasco, junto con los derechos democráticos que afectan a toda la nación y a los trabajadores y clases aliadas en todo el Estado.

EKB

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Lea más x