Sergio Ortiz reflexiona sobre los ‘Pandora Papers’ en una nueva entrada de La semana política – Notas internacionales.
Lo que el ICIJ no dice: los líderes de China y Cuba están bien limpios
Sergio Ortiz, Partido de la Liberación.
LOS DE SIEMPRE
Como con los Panamá Papers (2016) y los Paradise Papers (2018), ahora el nuevo escándalo mundial, Pandora Papers, revela inversiones millonarias en dólares en “paraísos fiscales” (cloacas financieras). Saltan empresas fantasmas y cuentas no declaradas, con nombres propios de gobernantes y empresarios, como antes.
Los datos son en general confiables porque proceden de 14 fuentes diferentes (son bufetes jurídicos que daban forma a las inscripciones de esas sociedades tan poco transparentes y les designaban un director). La otra vez, en 2016, sólo fue el estudio panameño de Mossack Fonseca.
La investigación corrió por cuenta de la misma entidad: el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por su sigla en inglés), con sede en Washington y cuyo director ejecutivo es Gerard Ryle. Ese colectivo dio participación a 617 periodistas de 150 medios de 117 países del mundo. Aunque los mismos presumen de ser “los más importantes y prestigiosos del mundo”, este cronista pone eso más que en duda, lo niega. Por ejemplo, de los tres medios argentinos, dos son los impresentables, como La Nación (alias Gaceta Ganadera) e Infobae (Desinfobae). El tercero, poco conocido, es elDiarioAR.
Según admitieron desde el ICIJ, recibieron filtraciones, que no identifican en resguardo de la fuente, a lo largo de varios meses. Y el domingo 3 de octubre, como corresponde al día de mayor venta de los diarios, se publicaron los primeros informes.
El material es importante: 12 millones de documentos filtrados de los 14 proveedores de estos servicios offshore. Ahí se revelan inversiones muy poco transparentes de 30 gobernantes y exgobernantes, 336 políticos y funcionarios de 90 países, y muchos multimillonarios que están entre los súper ricos de la revista Forbes que publica su ranking anual para ver quién superó a quien.
De los gobernantes de Latinoamérica, tres están actualmente en sus cargos: Sebastián Piñera en Chile, Guillermo Lasso en Ecuador y Luis Abinader en República Dominicana. El terceto tiene una filiación bien derechista. Los dos primeros han sido, o son, grandes empresarios y banqueros, con muchas denuncias de negocios oscuros bastante antes que los salpicara la denuncia de estos días.
Paradojalmente, para ejercer su defensa el presidente ecuatoriano alegó que de sus 14 empresas offshore, mencionadas en el informe, él se desprendió en 2017 cuando en su país se aprobó una ley que exigía a los candidatos no tener firmas en los mal llamados “paraísos fiscales”. Y que por eso le permitieron ser candidato en comicios y en el último fue ganador, convirtiéndose en ocupante del Palacio de Carondelet. Lo lamentable es que Rafael Correa, mal acusado de corrupción, no pudo participar de las elecciones como candidato a vicepresidente. Y fue en su gobierno anterior, de la Alianza País, cuando se aprobó aquella ley modelo para muchos países que no la tienen, como Argentina.
ARGENTINA, UN MAL EJEMPLO
Nuestro país está en el podio entre los que tienen más guaridas fiscales. Hay 2.521 argentinos que crearon secretamente 1.448 compañías y por eso el tercer lugar internacional después del Reino Unido (3.936) y Rusia (3.694).
Por razones obvias de prontuario, los lectores argentinos corrieron ávidos para ver si estaba el apellido Macri entre los denunciados. El expresidente MM ya había sido motivo de escándalo en los Panamá Papers, hace cinco años. Ahora el apellido d’angronetiano estuvo, pero no con Mauricio sino con sus hermanos Mariano y Gianfranco. El primero con una offshore y el segundo al declarar como propias las cuentas que administraba Quiñel Trust, un fideicomiso en el Principado de Liechtenstein a nombre de Alicia Blanco Villegas, la madre de los hermanos Macri.
Como existe la campaña electoral, desde las filas del Frente de Todos, en especial Axel Kicillof, hizo declaraciones tratando de explotar esa debilidad del flanco macrista en Juntos por el Cambio.
Y desde ese andarivel opositor le respondieron con que entre los denunciados aparecen el exsecretario privado de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz, y su mujer, Carolina Pochetti, como titulares de Black Gold Limited y Old Wolf Limited, offshore en las Islas Vírgenes Británicas y dueñas de numerosos inmuebles e inversiones.
O sea que en inversiones secretas u opacas para evadir impuestos y blanquear fondos acumulados por negocios non sanctos y corrupción, no habría tal grieta política. Business are business.
Al margen de la pertenencia política, la ciudadanía debe tomar nota del alto nivel de cinismo y delincuencia de algunos encumbrados políticos y también empresarios que claman contra los impuestos porque dicen que acá el Estado los ahoga con la presión impositiva. En realidad son fugadores natos y netos de capital, entre otras cosas para no pagar impuestos. Incluso se resistían “como gato panza arriba” a abonar el Aporte Solidario de Grandes Fortunas, que tenía una alícuota baja, del 2 por ciento, y era por única vez.
GRANDES EVASORES, CAPITALISTAS
La organización Tax Justice Network calcula que se pierden 427 mil millones de dólares anuales a raíz de la evasión de las guaridas fiscales. En coincidencia, la Comisión Independiente para la Reforma del Sistema Impositivo Corporativo (ICRICT) pide que se imponga una tasa del 25 por ciento a las multinacionales globales, para que éstas no anden corriendo de un “paraíso” a otro y abonen sus impuestos en los países que les corresponda.
La pérdida por esa evasión es del orden del 8 y hasta el 10 por ciento del Producto Bruto mundial, según diversas estimaciones. Con un PBI cercano a los 400.000 millones de dólares, si la evasión en Argentina fuera del 8 por ciento querría decir que el Estado se perdería de recaudar 32.000 millones de dólares. Debe ser bastante menos, porque los especialistas calculan 40.000 millones para toda la región latinoamericana.
Y pensar que después la legión de economistas neoliberales y aún algunos neokeynesianos, como Martín Guzmán, insisten en que uno de los dramas es que nos faltan dólares. Al menos, en descargo del ministro hay que recordar que en las reuniones del G-20 fue uno de los impulsores de un impuesto global a las multinacionales del 22-25 por ciento. Falta que impulse algo similar para las grandes fortunas en el país, como ley y a abonar en todos los ejercicios.
No causan sorpresa que los grandes evasores sean gobernantes de derecha, reyes jordanos, popes empresarios, dos ministros bolsonaristas, exdirectores del FMI como Dominique Strauss-Khan, estrellas del espectáculo y neoliberales sin escrúpulos como el exescritor Mario Vargas Llosa.
Llama sí la atención que no estén personajes como el magnate y expresidente Donald Trump. Si los millonarios estadounidenses no figuraron esta vez no fue por honestos sino porque usaron otros bufetes diferentes a los 14 cuyos datos se filtraron. O bien porque ellos, los estadounidenses, evaden en las guaridas propias, en Delaware, Wyoming, Nevada y Florida. Y hasta ahora esos datos han sido bien blindados.
Para quienes tenemos ideas de izquierda es un motivo de orgullo que en estas investigaciones periodísticas no precisamente con orientación de izquierda sino más bien todo lo contrario, no hayan podido ensuciar a ninguno de los líderes de países socialistas. Ni a los que ya no están vivos, como Fidel Castro, ni a quienes viven como Raúl Castro, el actual presidente cubano, Miguel Díaz Canel, ni al mandatario chino Xi Jinping. Ni siquiera han podido ensuciar a los odiados Kim Jong-un de la República Democrática Popular de Corea ni a Nicolás Maduro. Por supuesto que si hubieran dado con que uno de ellos tenía un fajo de billetes, no digamos una fortuna, habrían gritado “Bingo”.
El socialismo puede tener y de hecho tiene defectos, pero sus gobiernos son honestos. Por eso la revista Forbes calumnió a Fidel Castro y no pudo demostrar nada, luego de haber mentido con que tenía 900 millones de dólares de fortuna personal. “Si prueban que soy millonario, renuncio”, dijo el Comandante. En 2008 tuvo que reemplazarlo el general de Ejército, por razones de salud. Y murió en 2016, invicto, diez años después de haber vencido las mentiras de Forbes y George W. Bush.
FILTRACIONES DE WIKILEAKS SON MEJORES
Para terminar, dos palabras sobre estas investigaciones y denuncias. Las del ICIJ tienen de bueno que abren los ojos de mucha gente a nivel internacional sobre negociados de los ricachones. Tienen el límite que no pegan en el mentón de Wall Street sino en general en el de la lumpen burguesía del Tercer y Segundo Mundo. El Primer Mundo se mantiene a resguardo en sus secretos capitalistas más importantes.
Por eso son mejores las investigaciones periodísticas de WikiLeaks, que dieron en el blanco de las guerras imperiales y crímenes de Estados Unidos. El resultado es que Edward Snowden está asilado en Rusia y Julian Assange preso desde hace muchos años en Reino Unido; su informante militar Chelsea Manning también estuvo detenido mucho tiempo.
Los del ICIJ, en cambio, en cualquier momento ganan el premio Pulitzer de periodismo.